La galvanoplastia es un proceso químico o electroquímico para aplicar una capa metálica al producto, por ejemplo, níquel para proteger contra la corrosión, cromo duro para mejorar las propiedades de la superficie o plata y oro para embellecerlo. Ocasionalmente, se utilizan materiales no metálicos. El producto, conectado como el cátodo, y un ánodo del metal a depositar se sumergen en una solución electrolítica (que puede ser ácida, alcalina o alcalina con sales y complejos de cianuro) y se conecta externamente a una fuente de corriente continua. Los cationes cargados positivamente del ánodo metálico migran al cátodo, donde se reducen al metal y se depositan como una capa delgada. El proceso continúa hasta que el nuevo recubrimiento alcanza el grosor deseado, y el producto se lava, se seca y se pule.
Ánodo: Cu → Cu + 2 + 2e-; Cátodo: Cu + 2 + 2e- → Cu
Entre las ventajas de este proceso podemos mencionar el objetivo de proteger contra la corrosión o para propósitos estéticos/decorativos, así, en caso de que ocurra daños, será siempre más fácil cambiar el material revestidor que el revestido.
En la electroformación, un proceso estrechamente relacionado con la galvanoplastia, los objetos moldeados, por ejemplo, de yeso o plástico, se hacen conductores mediante la aplicación de grafito y luego se conectan como el cátodo para que el metal se deposite sobre ellos.
El proceso de electroformado ofrece ventajas comparativas respecto a otros procesos como:
Reproducción fidedigna de detalles y texturas.
Modificación de las propiedades mecánicas de los productos electroformados, por medio del ajuste de parámetros del baño de electroformación.
Elaboración de piezas con geometrías internas complejas, muy difíciles de obtener por otras tecnologías.
Por lo general es más económico que otros métodos y los tiempos de proceso suelen ser más cortos
En la anodización, un proceso que se ha vuelto cada vez más importante en los últimos años, los productos de aluminio (también se utilizan titanio y otros metales) se conectan como el ánodo y se sumergen en ácido sulfúrico diluido. Sin embargo, en lugar de la formación de iones de aluminio positivos y migrar para depositarse en el cátodo, son oxidados por los átomos de oxígeno que surgen en el ánodo y se unen a él como una capa de óxido, que le da su principal ventaja: proporciona al material una mayor resistencia.
Las principales características que obtienen los materiales tras la anodización son:
- Mayor resistencia a la abrasión
- Protección contra la corrosión
- Facilidad para pintar su superficie
- Uniformidad de superficie
- Prolongación de la vida útil del material